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El discurso de paz de las FARC-EP. Qué poca dialéctica

21 Sep

El discurso de paz de las FARC-EP. Qué poca dialéctica.

La muerte en vida de las FARC

12 Nov

La muerte en vida de las FARC.

Eric Voegelin: puentes políticos

8 Oct

Eric Voegelin: puentes políticos.

Declaración de principios para el ejercicio legal de la homeopatía

15 Abr

La minería en Colombia: historia de la indignidad

28 Nov

Jesuitismo y noesis: en defensa del indefenso

8 Sep

A todos los profesores sacrificados en la Universidad Javeriana

En sus rasgos fundamentales, el análisis noético es un proceso crítico para entender la  realidad que confronta el clima de opinión reinante con una explicación científica sobre la estructura de la realidad. En el horizonte de la filosofía política clásica, su método no es exclusivamente empirista, ya que reconoce que la facultad más alta del hombre es el intelecto, que le permite descubrir principios y “esencias” o constantes constitutivas de la realidad humana, tanto de orden perceptivo como no perceptivo, condición básica para establecer una disciplina científica.  La noesis no debe confundirse con la razón (dianoa), ya que el intelecto o capacidad intelectiva no funciona mediante la formulación de conceptos abstractos que llevan por esta vía a una conclusión obtenida mediante la razón deductiva al estilo de Aristóteles, Santo Tomás o en las vías ya perversas del jesuitismo descrito por Alexander Soloviev, y que él identifica como uno de los peores males de occidente (2006), pues el mensaje de amor del evangelio, se transformó en el mensaje de poder de la razón reducida al método de los ejercicios espirituales ignacianos, con los que se pretendió darnos la sensación ―por la vía de un método que tenía que estar a tono con su tiempo y que en el fondo fue una respuesta a la mentalidad cartesiana que se impuso en la experiencia existencial de las sociedades europeas de la ilustración y de la modernidad, imponiéndose a la fuerza la mimesis del poder, oculto detrás del evangelio― de “experimentar” a Dios en nuestras vidas[1]; para la ciencia política, en nuestra propia interpretación, eso implicó el que se constituyera el poder en su principal objeto de estudio. Por el contrario, la noesis-intelección, en el campo de lo político, incorpora la experiencia, la intuición, el sentido común y la cognición simple para relacionarse con la realidad de manera directa. El empirismo de Voegelin, como nos lo indica el profesor Ellis Sandoz,  insiste en tomar en cuenta el rango total de la experiencia humana-simbolización, acentuando los logros formativos más altos de la diferenciada realidad humana (1999, 146-149). La búsqueda de la verdad exige el máximo respeto por todos los testimonios relevantes que en el record cultural de la humanidad y en sus experiencias aún vivas, las diversas sociedades y civilizaciones han desarrollado en sus búsquedas políticas. Por lo tanto, el empirismo, tiene que superar el aire intelectualizado que ha marcado a las disciplinas sociales en los últimos dos siglos y por lo tanto, y aquí volvemos a parafrasear a Sandoz, incorporar experiencias cardinales fundamentales de orden no sensitivas como la moral, la religiosidad, la estética, la mística, la vida noética y la representación.

Una interpretación del jesuitismo como respuesta académica a la barbarie que dicho orden proyecta en la  realidad: A diferencia de la defensa de la mujer adultera realizada por Jesús,  el  jesuitismo hubiera optado por el diálogo mimético  con los victimarios o se hubiera unido a los acusadores para mantener su orden, amparados en la utilización de conceptos mal entendidos como los de subsidaridad, paz, mantenimiento del orden social, etc. En  Jesús, dicha actuación era imposible; para el jesuitismo, el disfrazarse con el ropaje del otro es un camino mimético para la realización de sus empresas incestuosas, lo que hace que ellas estén repletas de violencia sacrificial y linchamientos de inocentes; se reproducen las injusticias más atroces de siempre, representadas en los juicios emblemáticos sin argumentos contra el hombre honesto y veraz representado en la figura mítica de  Sócrates; los  juicios del jesuitismo representan  todo lo contrario a la justicia, la veracidad y la honestidad; el jesuitismo  borra por sus alianzas criminales, toda coherencia y principios  contenidos en los discursos referidos a la promoción de la justicia y del servicio de la fe, que presuntamente constituyen el núcleo sano de dicho movimiento. Nuestra interpretación jamas podrá superar las palabras del apóstol Pablo al referirse a dichas institucionalidades  (1Co 6:9-10; 1Co 10:6-14)   Para la ampliación de la idea en su materialización institucional en Colombia y sus formas de adoctrinamiento véanse: Felipe Cárdenas. Los silenciamientos de la ciencia ambiental: una reflexión crítica sobre estructuras de opresión. Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Madrid: Universidad Complutense, 16 (2007)2.

La oposición política en Colombia.

27 Ago

Prof. Felipe Cárdenas

Tanto el Partido Verde como el Polo Democrático tienen que entrar a reconsiderar en profundidad su estrategia política si quieren ser una alternativa real de poder en cuatro años. Evaluar lo realizado, reconociendo los procesos exitosos, como las líneas de acción, marcos ideológicos, conductas y valores que no le permiten a miles de ciudadanos de bien identificarse con las propuestas de la oposición en Colombia. ¿Cuál es el estado cognitivo y existencial de los partidos de oposición en Colombia? ¿Qué les ha impedido consolidarse como grupos con un poder real de acceder al manejo del Estado colombiano? La evaluación podría orientarse ha mirar los factores externos a la agrupación. Esa es una posible vía en la evaluación. Lo que se sugiere es la vía inversa. Analizar los factores internos al Partido que impiden en su proyección ideológica, constituirse en una alternativa real y opción política de los colombianos. Nuestra tesis es que las políticas tienen que diagnosticar y proveer con funciones terapéuticas la construcción de la nación y la administración del Estado colombiano. La administración pública, como expresión del Estado en acción en Colombia, tiene que dinamizarse a la luz de los postulados del Estado Social de Derecho consagrados en la Carta Política de 1991. La realidad política colombiana, como ha sido descrita en innumerables estudios académicos es caótica. De tal manera, que los partidos de oposición tienen la tarea de orientarnos e iluminar el rumbo de la nación. Y es en este punto donde sus dirigentes tienen que revisar los símbolos, programas y planes que vienen usando para acometer esa tarea. Los resultados electorales de la pasada elección, afirman la falta de comunicación contundente de los partidos de oposición con la inmensa mayoría de los colombianos. El Partido Verde podría argumentar que sus más de  tres millones de votos anulan lo afirmado en la tesis que propongo. Pero sigo insistiendo, tanto el Polo Democrático como el Partido Verde no logran aún configurar una historia, una narrativa que sea existencialmente sentida, amada y apropiada por los colombianos que no votaron por el Partido de la U y sus partidos de coalición. La situación histórica presente, más allá de los continuismos, que ya se vienen imponiendo en el gobierno de la Unidad Nacional, necesariamente nos convoca a irradiar un esfuerzo imaginativo que resignifique los modos simbólicos de quienes están hoy ejerciendo la oposición democrática en Colombia. Tanto los Verdes, como los Polistas lo han venido haciendo. Pero esa tarea de resignificación política, tiene que ser aún más creativa y más profunda. Y como actividad ineludible, el proceso tiene que estar atento a captar las equivocidades que históricamente han acompañado la tarea de la oposición en Colombia. El orden de los Verdes y el orden político de los polistas, tiene que situarse en el contexto de una gran empresa que defienda la dignidad de los colombianos y de nuestro territorio (intencionalidad), rechazando todas las fuerzas inmorales que frenan la posibilidad del despliegue del potencial de los colombianos (iluminación)  y colombianas que viven en este bello y complejo territorio.

¿Cuál unidad nacional señor Santos?

6 Jul

¿Cuál unidad nacional señor Santos?
por Felipe Cárdenas Tuesday, Jul. 06, 2010 at 12:08 PM

Del Estado comunitario de Uribe al gobierno de unidad nacional de Santos: las falacias son evidentes.

¿Cuál unidad naciona...
¿Cuál unidad nacional señor Santos?
Felipe Cárdenas
Como ciudadanos de Colombia queremos desearle lo mejor al nuevo presidente electo de los colombianos. Como intelectuales nos corresponde la tarea de generar ideas constructivas, creativas y críticas sobre el accionar y funcionamiento del Estado por el «nuevo» gobierno. Ese es el sentido de esta corta reflexión que intuitivamente quiere expresar las posibles falacias y equívocos que se esconden detrás del gobierno de unidad nacional del presidente Santos. Las falacias de la llamada unidad nacional, proclamada por Santos, en el contexto de su marketing político tienen continuidad con el criterio del Estado comunitario de Uribe. Lo primero que el presidente Uribe y el presidente Santos tendrían que reconocer es que el Estado colombiano, claramente desde la Constitución de 1991 no se puede entender como una sociedad única, unitaria o comunitaria. Dichas concepciones tienden a confundir, ipso facto, al Estado como constituido por una población total. Pero recuérdese que los individuos en Colombia, como pasa con cualquier sociedad, pertenecen y son miembros de otros grupos, asociaciones, culturas y étnias que nos recuerdan el componente de la diversidad cultural consagrada en la Constitución Política de Colombia. Por lo tanto, los riesgos reales, de la falacia de Uribe y Santos, están en el debilitamiento del sistema de significados, valores y normas que se expresan en las relaciones inmateriales que la Constitución de 1991 consagra de manera clara. Entonces, lo que se precisa es la ausencia de una noción clara de la naturaleza del Estado social de Derecho que no se puede reducir, por importante que sea, a una concepción exclusiva sobre el territorio y la seguridad del mismo. Y mucho menos, a la de una vacua noción de «prosperidad» que explota, como lo hacen los astrólogos «new age» el hambre, la miseria, la injusticia, el conflicto y la guerra que se vive en Colombia. El Estado colombiano no es omnipotente. Eso se traduce en que ni siquiera desde el punto de vista jurídico el territorio es propiedad exclusiva del Estado, pues como es natural, el territorio le pertenece a muchos otros grupos y personas. Incluso la propiedad sobre el subsuelo por parte del Estado, podría estar abierto a un gran debate nacional, que exponga las razones jurídicas que pueden llevar al Estado ha arrebatarle los suelos a las comunidades indígenas colombianas. El gran gobierno de unidad nacional de Santos tendrá que reconocer que millones de colombianos, vinculados a partidos o no, no necesariamente sienten, se ven o verán representados en el gobierno de unidad nacional. Entonces, en el plano real, el gobierno de unidad nacional es simplemente nominal, pues no es del todo soberano, ni omnipotente, ni eterno ni uno. Consecuentemente, el gobierno de unidad nacional no podrá desconocer la existencia de partidos de oposición, de rebeldes, de revolucionarios, de opositores y de muchas acciones ciudadanas que los nacionales colombianos están posibilitados de dirigir contra el Estado oficial. Por benévolo y seductor que sea el concepto de unidad nacional, una sana democracia necesita de la oposición inteligente que alimente el camino del gobernante. Recordemos que el Estado moderno se ha construido gracias al aporte de los grupos en oposición al gobierno e incluso al Estado. El gobierno de unidad nacional también tiene que tener limitaciones a su poder, y no puede ser la libre voluntad de los gobernantes del Estado, la que acepte dichas limitaciones, sino el claro reconocimiento del accionar democrático de los grupos no-estatales legales que hoy no cuentan con representación ciudadana. Para no dejar dudas: todo el sector informal de la economía colombiana; grupos organizados o no, que no tienen representación política ni en el gobierno ni en el Estado, y que en este momento puede significar unos 20 millones de colombianos que viven en el umbral de la miseria. La historia ha demostrado que gracias al accionar político de muchos grupos que el actual gobierno de Uribe tildó de terroristas, como por ejemplo ONGs y activistas de derechos humanos, disidentes, libre pensadores , es que los estados totalitarios contemporáneos con su enorme poder dictatorial, fue limitado; el comunista, el nazi, el fascista y otros poderes estatales autárquicos, se ven compelidos, contrariamente a su voluntad, a cambiar su política y moderar su arbitrariedad, debido a la presión implacable y anónima de los demás grupos de una sociedad. La unidad nacional no puede desconocer el sano antagonismo; de hacerlo el espiral de la violencia seguirá aumentando su poder y fuerza en Colombia.

Colombia es pasión…y mucha tenacidad, pues no todo es calamidad

20 Jun

Lo que se esperaría de Mockus

3 Jun

Mockus podría partir de un axioma que le exigiera entender que los colombianos como agentes, individiduos o personas somos seres reflexivos y no simplemente idiotas que deben ser moralizados por un «genio» civilizador. En los pocos días de campaña que quedan, el señor Mockus, quien dejo de ser profesor hace ya muchos años, debería de humildemente asumir el papel que la historia de millones de colombianos de buena fe le otorgaron para realizar una actuación más decorosa que la que viene haciendo en nombre de un híbrido de partido verde que como ya hemos mencionado no representa los intereses del ambientalismo, ni colombiano ni mundial. Entonces señor Mockus, ¿por qué no aprovecha estos pocos momentos para enfatizar en temas que el discurso oficial triunfalista no aborda. La invitación es para que se deje de pendejadas y se dedique a tocar temas estructurales  y estratégicos partiendo del hecho de que en lo electoral usted ya esta derrotado. La oportunidad que tiene, y que muchos colombianos más inteligentes que usted no pueden gozar, es el de acceder a los medios de comunicación para comunicar los principales vectores del pensar. Los medios de comunicación nos imaginamos deben de estar felices ante tanta frivolidad que sale de su boca. Dedíquese a comunicar cosas inteligentes y no payasadas.  Me da vergüenza como profesor universitario que soy, el que los colombianos se imaginen que la academia produce personas tan poco estructuradas como el señor Mockus. Como académico que fue, lo único que podemos pedirle los académicos profesionales es que sea más riguroso con sus planteamientos. Lo que nos ha demostrado su «performance» es la falta de conocimiento profundo que tiene usted sobre la realidad política, ambiental, cultural y social de la realidad colombiana.  Es muy curioso que el señor Mockus pretenda reducir la complejidad de la realidad colombiana, articulando opiniones muy alejadas del razonamiento académico que por fortuna en Colombia se expresa en el esfuerzo de miles de investigadores y académicos que luchan diariamente para tratar de hacer ciencia en un país como Colombia, donde el conocimiento científico no es valorado social ni institucionalmente. Entonces señor Mockus, ¡cuánto le agradeceríamos los colombianos para que en estos días que quedan de campaña, usted fuera la voz y el eco que le permitiera a la nación colombiana el conocer la forma de solucionar los problemas esenciales que aquejan a la nación! Es un ejercicio contingente, pero importante, incluso aun cuando usted ya esta derrotado. No actué aisladamente, ya de sobra sabemos que usted se cree un genio. Y por fortuna para la nación, usted ya esta derrotado. No me quisiera imaginar cuatro años con usted, jugando a los acertijos morales. Esa función la intentan cumplir mejor los curas. Le confieso que prefiero la virtud de Maquiavelo Santos a su discurso socrático platónico post-moderno. Entonces volviendo al tema: Miles de intelectuales inteligentes de Colombia, nunca podrán contar con un espacio comunicativo como el que usted tiene. Hace cuatro años los medios, gracias a las encuestas nos censuraron, hoy personajes como el magistrado Araujo, nunca pudo participar con la posibilidad de participar en un débate político porque las reglas de juego impuestas por los grandes medios de comunicación excluyen a los candidatos que no tengan una amplia representatividad en las encuestas. Por lo tanto, señor Mockus, ponga a pensar de verdad al país. Dedíquese a reproducir el conocimiento sobre los interesantísimos modelos y escenarios que la academia colombiana, empezando por la Universidad Nacional, le han venido ofreciendo al país en la ultima década. Hable con claridad sobre la importancia de la ciencia y de las revoluciones científicas que vienen dándose en el mundo  marcados por la llamada sociedad del conocimiento. Nos gustaría conocer su opinión sobre el significado de los cambios tecnocientíficos en la construcción de la paz y en la erradicación de la pobreza. ¿Cómo es que el Estado incrementará la capacidad de creación, de generación de riqueza y de organización empresarial? ¿Qué papel debería jugar el sector rural y campesino? ¿Cómo el Estado social de Derecho, impedirá el saqueo de los recursos naturales de Colombia, ante políticas regresivas como el código minero? ¿Cómo se dinamizará el sector informal de Colombia, y cómo se les ayudará a mejorar la calidad de vida a millones de colombianos desamparados y perseguidos por el Estado colombiano? ¿Cómo erradicará usted la corrupción en todos los municipios metropolitanos del país, dónde los procesos de connurbación atraen a los corruptos a las alcaldías?  Lo invitamos a visitar el municipio de Chía y ha escarbar un poco en la gestión de su alcalde. Y así sucesivamente con cientos de alcaldes del país, donde pareciera que ni las contralorías ni las procuradurías tienen control sobre las corruptelas que imponen alcaldes y secretarios de planeación que no tienen el respaldo legal para ejercer como alcaldes y se burlan permanentemente de la ciudadanía atracándolos en su patrimonio. Para finalizar, la invitación es para que en estos pocos días de campaña que le quedan, usted y sus asesores le brinden al país un discurso político basado en la pedagogía crítica y que contenga un análisis riguroso de lo que constituyen los problemas esenciales de la nación. No se haga el payaso, que dicho oficio es demasiado noble para ridiculizarlo por quien pareciera que no entendió las reglas del juego de las contiendas políticas. Escandalícenos inteligentemente; despliegue  su repertorio simbólico.