Humedecidos brazos en estas tormentosas aguas,
que brillan destellos dorados,
como aquel mar de profundidades, inquietantes, abismales.
Es el sello de vida, que alumbra con claros destellos
esas mañanas de curación,
donde los pensamientos se hacen traslucidos; acariciados por tu amor.
La sordidez va en retirada,
aún cuando persiste,
pero puede ser vencida con raudos pensamientos de ternura.
FELIPE CARDENAS TAMARA